viernes, julio 23, 2010

¿Quién mató a Kennedy?

A través de una pantalla plana, en una sala repleta de periodistas, Hassan Nashralla dio ayer jueves 22 de julio su última conferencia, la segunda en una semana. El líder de Hezhbolla, emitiendo probablemente desde algún lugar en los suburbios del sur de Beirut, salió de su escondite para volver a mostrar su capacidad y dominio de la comunicación, su manejo de los tiempos y su indudable olfato y pericia en crear puestas escena efectistas e impactantes. Su capacidad de oratoria, el tono de su voz, las estudiadas pausas y la utilización del léxico adecuado y preciso hacen de él lo más parecido a un líder político de fuste en el Líbano, al menos desde el asesinato de Rafik Hariri.

Su figura siempre estará vinculada a la guerra de 2006, cuando Hezhbolla hizo frente a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. En aquel momento se ganó la estima de una gran parte de los libaneses, por encima de religiones y comunidades, tanto de cristianos como musulmanes. Un país que todavía vivía en aquellos momentos impresionado por la violenta muerte en 2005 de Rafik Hariri, su más carismático presidente desde la guerra civil.

La guerra de liberación, que así se ha denominado en el Líbano el conflicto que hubo al sur del río Litani entre milicias Chiis y el ejercito israelí y que acabó con la retirada en desbanda del ejercito israelí. Para Israel el control del sur del Líbano representaba el acceso al bien más preciado de Oriente Medio, el agua, la cual abunda en el Líbano,al igual que las armas. Desde 2006, técnicamente la guerra sigue, pues ninguna de las partes ha capitulado ni ha reconocido su derrota.

La muerte de Hariri tuvo como consecuencias más inmediatas la retirada de las tropas sirias que había en el país, las mismas tropas que habían entrado en él en 1990 para poner fin a 15 años de absurda y surrealista guerra civil, y que desde entonces habían tutelado la paz y controlado la política del país.Tras el atentado una gran parte de la población libanesa levantó el dedo acusador contra Siria, culpándola del asesinato del presidente, otra parte de la población, como es lógico en este país, se posicionó a favor de Siria, y entre ellos Hezhbolla. La otra consecuencia fue la creación de un Tribunal especial internacional que tenía el objetivo de aclarar quien o quienes fueron los culpables. Al poco tiempo estalló la guerra de liberación y Hezhbolla reaccionó con sus milicias, financiadas y apoyadas desde Irán y Siria. Al finalizar la guerra, la popularidad del Partido de Dios estaba en su momento más alto incluso para quienes habían acusado a Siria de la muerte de Hariri, y contra todo pronóstico su líder emblemático, Hassan Nashralla, no dio el paso final hacía el poder. ¿Olfato político o error de cálculo? Nadie lo sabe, en cualquier caso Hezhbolla ofreció una muestra de su fuerza y protagonismo en la escena política en mayo de 2008 ocupando el barrio de Hamra, un toque de atención a las demás fuerzas políticas: con ellos había que contar si querían un país en paz.

Tras 2 años de aquello, la sombra alargada de Hariri ha vuelto al Líbano y con ella el recuerdo de su violento final. Su hijo, Saad Hariri, es ahora el primer ministro del Líbano y Hezhbolla continua como la única milicia armada legal del país y formando parte del gobierno del Líbano. El Tribunal Internacional que ha investigado el atentado parece estar llegando al final de su investigación y anuncia su dictamen para el próximo otoño, y por filtraciones parece apuntar hacía el Partido de Dios. El carismático líder reaccinó el pasado sábado a través de una de sus medidas y calculadas conferencias via televisión, negando la participación de Hezhbolla en el atentado y acusando al Tribunal de proyecto de Israel para desestabilizar al país.

El Líbano enmudeció y la clase política volvió a ser consciente de su fragilidad: Hezhbolla no es el grupo terrorista que dice Israel pero también es cierto que su milicia, reforzada a lo largo de estos años con el pretexto de la defensa de la frontera sur, es un elemento de inestabilidad más para el país junto con los refugiados palestinos. De nuevo el miedo a un nuevo descenso a los infiernos se ha revelado en toda su crudeza en el país de los cedros. Ayer jueves, Nashrralla, desde su escondite, volvió a ofrecer una nueva conferencia que pretendía ser aclaratoria y tranquilizadora con respecto a la del sábado y lo único que generó fue mayor incertidumbre. Durante la misma las calles de Beirut estaban desiertas, pues cuando habla el líder de Hezhbolla hasta los israelíes escuchan.

Mientras esto sucede la prensa española sigue ocupada en su edificante intercambio de acusaciones entre PP y PSOE y sesudos análisis de estatutos e identidades varias.

1 comentario:

  1. Magnífic reportatge, Miquel Angel! És com si hagués tingut a les meves mans un exemplar de "El País". Has pensat en la possibilitat de fer-te corresponsal? Escrius molt bé.
    Espero veure'ns per vacances!

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