lunes, junio 14, 2010

El testigo impasible

Nada más aterrizar en el aeropuerto internacional de la capital del Líbano me invadió una excitación propia de quién llega a un lugar mítico de su infancia: El Beirut de las crónicas periodísticas, de las corresponsalías, la escuela de los reporteros de guerra. Para la gente de mi generación, Beirut representa algo así como la quintaesencia de todo ello. Por fin pisaba la fascinante Beirut dónde todo lo bueno y lo malo era posible ¿Qué queda de ella? Mucho y nada.

El centro de la ciudad, devastado por quince años de guerra civil ha sido casi reconstruido en toda su totalidad gracias a un discutible proyecto inmobiliario del presidente Hariri, asesinado en 2005 todavía no se sabe por quién. Un centro urbano de nuevo cuño que mezcla la rehabilitación de algunos edificios del mandato francés, lo que se conoció como el París de Oriente, con los desmanes propios de la fastuosa arquitectura Dubaití. No en vano Hariri fue la mano derecha del Rey Fahd de Arabia Saudí, su hombre de negocios, lo cual ha facilitado enormemente la entrada de capital del Golfo, así como también de turismo de esos países que buscan en el Líbano la juerga y diversión que antes tenían en Marbella.

Entre este nuevo skyline destaca una silueta familiar que no ha desaparecido pese al frenesí constructor que vive la ciudad, que todavía pervive testigo de aquel Beirut de sangre, sudor y crónicas periodísticas: El Hotel Holiday Inn. El macabro Edificio se mantiene rodeado de nuevos colosos de hormigón, cristal y acero. Solo y abandonado, desde la distancia parece uno más de los rascacielos que componen el nuevo perfil de Beirut, pero al acercarnos descubrimos su maltrecha estructura perforada por infinidad de agujeros de metralla y mortero. Sus ventanas fantasmagóricas y vacías producen una sensación de desasosiego mortuorio, pues casi parecen los nichos de una descomunal tumba. Es una visión extraña, como si de un monumento a la barbarie se tratase.

La historia de este símbolo de la guerra civil es sorprendentemente fatídica, en 1974 la cadena hotelera norteamericana decidió abrir su primer hotel en Beirut, iba a ser la joya de la corona: una nueva estructura reforzada contra los movimientos sísmicos, un cine en el subterráneo y la inauguración del primer Sky bar de Beirut en la última planta del edificio. Todo era poco para el destino de moda del Mediterráneo. La verdad es que al poco tiempo de su inauguración empezó la guerra civil y la famosa línea verde que dividió la ciudad en 2 partes pasó justo al lado de su puerta, este hecho y la privilegiada altura del edificio dictaminaron su protagonismo en la contienda así como su condena.

De repente el hotel se convirtió en albergue de nuevos inquilinos. La imponente atalaya fue rápidamente objetivo de los francotiradores, desde la cual podían controlar bien los barrios cristianos de Ashrafieh, bien el barrio de Hamra controlado por los palestinos y sus aliados. El edificio pasó a ser sinónimo de muerte, desde sus ventanas los milicianos apostados esparcieron el horror de la guerra urbana moderna a muchos metros de distancia. Imagino que su sola visión en la lejanía debía provocar el pánico y la angustia, su silueta debió de representar a la muerte para los beiruties. Al acabar la guerra en 1990, encontraron cerca de 500 muertos repartidos por todas las plantas del edificio y 800 en el cine subterráneo.

Beirut, siete veces, destruida siete veces reconstruida. Esta expresión es muy común escucharla en boca de los Beiruties. Desde el taxi que me llevaba al centro pude comprobar que Beirut efectivamente estaba viviendo una nueva reconstrucción, aunque no sabría decir en cual de sus siete se encontraba y si la que estaba viendo en ese momento iba a ser la definitiva, pero mientras tanto ahí permanecía impasible y ajeno el Holiday Inn, a prueba de terremotos…y de guerras.

2 comentarios:

  1. M'agrada com expliques el més visible d'una ciutat, com són els edificis, jo m'agradaria que fessis una aproximació a la gent: com són ells; oberts, tancats, recelosos, generosos, alegres, seriosos, honestos, egoïstes... ja suposo que l'entramat ha de ser com el Beirut que descrius, de tots colors, però la gent amb qui t'has relacionat, s'apropen als occidentals? Perquè segons has escrit en entrades anteriors, ells no semblen ser massa solidaris entre ells...

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  2. Es cierto, The Dome, daría para todo un post su particular historia...¿Sabías que pertenecía a 2 propietarios y al no llegar a un acuerdo con Solidere uno de ellos se llegó a la extraña solución de cortarlo por la mitad? La parte que está en pie fue cedida para actividades de los estudiantes.Amazing

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