lunes, abril 12, 2010

Retorno a Europa

Una de las grandes ventajas de vivir en Beirut podría ser la cercanía a muchos destinos interesantes y exóticos que desde Barcelona quedan muy lejos. O por lo menos es lo que parece. Por ejemplo Siria, su capital Damasco se encuentra a escasos 80 kilómetros de Beirut, a 25 de la frontera libanesa, ir hasta ella es, aparentemente sencillo y no debería suponer más de una hora y media de viaje en coche. Podrías hacer la compra en Damasco y volver a casa a comer. Una vez más la apariencia engaña, si todo va bien se alcanza la capital Omeya en 3 horas, eso si en la frontera no ha habido ningún problema, si no puede ser mucho más o has de dar media vuelta. Demasiado riesgo para mí, que todavía no tengo tramitada mi residencia.

Con Israel a no más de 95 kilómetros, podríamos suponer que con una mañana de viaje tranquila en coche, acabaríamos comiendo un Kebab en el barrio viejo de Jerusalén, la capital espiritual de las religiones monoteístas. Sobra decir que esto, desde el Líbano, es imposible de realizar.

Y qué decir de Petra en Jordania, para la cual hay que cruzar dos fronteras y una de ellas con Siria. Al final uno acaba por pensar que vivir en el Líbano es como vivir en una isla rodeada de tiburones. Dada esta realidad, y con la certeza de que necesitamos huir de la caótica capital por unos días, decidimos volver a Europa. Paradojas de la vida, el único país vecino con el que el Líbano parece mantener una relación cordial y al cual es fácil viajar es una isla Mediterranea que forma parte de la Unión Europea.

Chipre físicamente no está lejos, de hecho está muy cerca de Turquía y del Líbano. Hubo un tiempo, durante la guerra civil, en el cual la isla y el Líbano estaban unidos por un ferry diario. El punto de partida era Jounieh, al norte de Beirut y la ciudad del mundo con mayor concentración de Cristianos Maronitas como les gusta recordar a ellos, y que equivale a decir que Pamplona ostenta el récord mundial de la chistorra más grande. Durante los años de la guerra, el ferry a Chipre fue la vía de escape de las familias maronitas pudientes. Se refugiaban en Larnaca, el puerto de llegada del ferry, y esperaban a que se tranquilizara la situación.

Este ferry ya no existe, ahora se va igualmente a Larnaca pero en avión. El trayecto es de escasos 40 minutos, es muy poco tiempo para una distancia tan grande, pues llegar a Chipre desde Beirut es dejar atrás el frenesí oriental para llegar de nuevo a Europa. En definitiva sólo 40 minutos separan Oriente de Occidente.

2 comentarios:

  1. I què tal, Xipre? Hi heu anat o teniu previst anar-hi? Ja ens explicaràs el "viatget",amb un reportatge dels teus...

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  2. No por conocido es menos fascinantemente inquietante el aislamiento del Líbano.
    Cuantas preguntas podrían hacerse y seguro que todas ellas tienen ya respuesta.
    Continúa con estas crónicas porque el mundo necesita la información fresca y real del que vive en el lugar.
    Saludo desde el norte de europa.
    Miguel.

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