miércoles, marzo 10, 2010

Encadenados a la geopolítica

El fatalismo en el Líbano parece formar parte de la idiosincrasia de esta gente. Con poco más de 10 días y escasas lecturas al respecto, no pretendo ser un experto, pero hay detalles que no se pueden obviar y que reflejan un estado de opinión, o mejor dicho, de ánimo.

L’Orient le jour es un periódico que se publica en Beirut, su encuesta on-line a sus lectores es la siguiente: ¿Habrá guerra en verano? Opine. Así sin más. Es fascinante como se percibe la guerra aquí: es un fatalismo, como una plaga, algo ajeno a ellos ante lo cual tienen nula capacidad de intervención, de decisión.

Mi opinión es que, tras 15 años de guerra civil todavía reciente en el imaginario colectivo del libanés- acabó en 1990- y con dos conatos en 2006 y 2008, la gente asume que esto va como va. El Líbano no deja de ser un país pequeño, rodeado de otros con mayor potencia militar e importancia que ellos. Es cierto que el Líbano es rico, tiene turismo, grandes inversiones, pero no pinta nada en la geopolítica de Oriente Medio, es un sujeto pasivo que además se encuentra tensionado internamente debido a los múltiples intereses de las comunidades que le dan forma.

Los Chiítas de Hezbolah, que ahora participan del juego político del país con 3 diputados, se deben a Irán. 3 diputados que representan a un tercio de la población del Líbano, constitucionalmente no pueden tener más. Buscan su espacio y su modelo de Líbano, como en su momento buscaron los musulmanes sunníes y los cristianos maronitas, apoyándose en otros agentes externos para sus fines, produciendo los devastadores resultados por todos conocidos.

En el sur, Israel espera pacientemente y sobrevuela el espacio aéreo para recordar que están vigilantes cual espada de Damocles, y a 2 horas de Beirut, Siria espera volver a controlar éste pequeño territorio, teniendo dentro del país una quinta columna de peones y trabajadores, considerados mano de obra barata, que trabajan en el sector de la construcción y que habría que ver cual sería su comportamiento en caso de conflicto. Por si esto no fuese poco, al sur de Beirut se encuentra una gran población de refugiados palestinos que sobreviven allí desde hace 20 años, sin tener ningún estatus legal, son alegales en un país que no los reconoce oficialmente.

Y mientras este castillo de naipes sigue creciendo, la ciudad vive en constante frenesí y ebullición: los cafés están llenos, las noches son largas y alocadas, existen discotecas tan famosas que incluso se fletan aviones desde Nueva York sólo para pasar una noche de desenfreno en ellas.

La frivolidad ha tomado las calles como si de una feria de las vanidades se tratase, más Ferraris y coches de alta gama que en muchas ciudades europeas, operaciones de cirugía estética como quién va al dentista. La consigna es “vivir el presente”, pues el mañana es una incógnita. Nunca una afirmación como esta cobra tanto sentido como en el Líbano pues al fin y al cabo su mañana no sólo depende de ellos.

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