martes, marzo 16, 2010

La mirada de Ulises

Byblos es un pequeño puerto natural en la costa central del Líbano donde el poso de la historia ha dejado huellas indelebles. La pequeña población histórica se encuentra cercada por una muralla medieval que en la actualidad parece protegerla del gris hormigón de la nueva ciudad, como si de un nuevo ejercito invasor se tratase.

Byblos es sutil y coqueta, mediterránea en todos sus rincones, pasear por ella es embriagarte del aroma de una vegetación que florece entre sus piedras y muros. Supongo que para un tipo de turismo acostumbrado a la grandilocuencia y ávido de impresiones fuertes, que viaja por el mundo esperando un Port Aventura en cada rincón que visita, Byblos puede parecer minúsculo y no responder a las expectativas creadas por las guías. Está claro que Byblos no es su lugar y exclamará- no es para tanto- y tendrán razón, Byblos no es para ellos.

La vista al pequeño puerto, tan importante a lo largo de la historia, requiere compromiso y una mirada experta y formada, avezada en la observación, en la capacidad de dejarse llevar por la atmosfera quieta, tranquila y reposada. Es cierto, Byblos no es un objeto de consumo turístico rápido. Mejor.

Byblos es esencia de Mediterráneo, es encontrar un románico espectacular en la iglesia de San Juan Bautista, es dejarse llevar por los rincones y portales de su viejo zoco, es contemplar la serena belleza del puerto , viendo entrar lentamente las pequeñas embarcaciones de los pescadores en su ensenada, en el mismo lugar desde donde antes salieron muchas de las mercancías que llegaron a Europa desde Oriente. Es encontrar villas de estilo otomano desafiantes en el pequeño acantilado, como sacadas de una novela de Amin Maalouf. Y todo ello bajo la luz cálida de una primaveral mañana de marzo, al lado de un mar azul y brillante.

Entonces descubres que Byblos es Chipre, Amalfi, Grecia, Malta, Estambul y es l’Empordà, y sientes como aquella canción de Lluís Llach sobre un poema de Martí i Pol, et deixo un pont de mar blava, cobra un sentido revelador y sientes por un momento que, por encima de religiones y conflictos, no estas tan lejos de casa.

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