miércoles, marzo 31, 2010

Camino al corazón de Fenicia

El domingo fuimos a Tiro. Al igual que Biblos, Tiro tiene un pasado que impresiona y da vértigo. Capital de una de las potencias marítimas más importantes de la antigüedad, Fenicia, fue asediada por Nabucodonosor durante 13 años sin poder conquistarla, ganándose por ello la fama de inexpugnable debido a su situación estratégica, un pequeño conjunto de islotes formando un puerto natural. Su reputación desapareció cuando Alejandro, tras siete meses de asedio, consiguió conquistarla construyendo un istmo de arena hasta la ciudad que todavía hoy perdura. Una vez más, el de Macedonia superó los límites de la mitología antigua forjándose así su propia leyenda. Fue el comercio con Egipto y el mediterráneo lo que hizo florecer a Tiro, y sus guerras civiles fagocitadoras entre Tírios, un preludio de lo que la historia tenía reservado a esta región, hicieron que una gran parte de ellos fundasen en una de sus colonias el germen de lo que con el tiempo sería Cartago. Hoy en día, como casi todo el sur del Líbano, es el feudo de Hezhbola, el Partido de Dios.

Tenemos de nuevo la gran suerte de poder contar con la compañía de unos amigos libaneses que son originarios de esta zona y que nos guían e introducen en uno de los puntos más conflictivos de oriente medio, en uno de esos lugares en el cual parece destinada a jugarse la partida decisiva entre oriente y occidente, en palabras de Huntington y el think tank cristiano que asesoraba al anterior presidente norteamericano. De nuevo la paradoja y los contrastes de esta realidad emergen para desbaratar las ideas preconcebidas. Uno de nuestros acompañantes es chií, y quizá es lo peor que se puede ser en oriente medio: laico.

El camino lo hacemos en coche, y poco a poco nos vamos introduciendo en un paisaje rico y frondoso que nos recuerda al levante español 30 años atrás. Grandes extensiones de plantaciones de naranjos y plátanos llegan hasta unas playas espectaculares de arena blanca, largas y casi vírgenes. El potencial turístico de esta fértil región es indudable. La carretera, en malas condiciones, serpentea entre la exuberante vegetación y atraviesa pueblos de pescadores de diferentes confesiones: cristianos, musulmanes, así sucesivamente. En Saida, la antigua Sidón, se encuentra el bastión Suní de los Hariri y el campo de refugiados palestinos más importante del Líbano, cercado y vigilado por destacamentos del ejército libanés.

Nos vamos adentrando en la zona supuestamente controlada por la UNIFIL, pasamos un control de soldados Surcoreanos parapetados tras unos bloques hormigón blanco que tienen impresos el emblema de Naciones Unidas y el mensaje de “Por un Líbano en paz”. Es el último que vemos, a partir de entonces los estandartes con el fondo verde del Partido de Dios se suceden en farolas, alguna foto del Ayatolá Jomeini signo evidente de quién realmente controla la zona. El estado del Líbano, su presencia en forma de ejército, es inexistente mientras avanzamos el en sentido inverso a las sucesivas invasiones del vecino del sur, cada vez más cerca de una de las fronteras más calientes del mundo.

Recuerdo un chiste que tiene mucha fortuna entre los libaneses: cuando Dios creó el Líbano le dio las mejores playas, las mejores montañas, el mejor clima, las mujeres más guapas y la mejor gastronomía. Cuando el resto del mundo se quejó, Dios les dijo, no os quejéis, ya veréis que vecinos les he puesto. En la lejanía ya se atisban las ruinas de Tiro entre el sucio y gris hormigón de las caóticas e ilegales construcciones de la ciudad, otro signo de la ausencia de autoridad. Más allá se ven unas montañas, alguien dice en el coche- Mirad, aquellas montañas ya son Palestina.

2 comentarios:

  1. M'agrada l'aventura quan expliques que els vostres amics us introdueixen a un dels punts més conflictius del Orient Mitjà... això és massa!!!! No sé si en algun moment arribeu a sentir por, o quan hi ets no tens aquesta sensació...
    Quan dius que el pitjor que es pot ser a Orient Mijtà és laic, a què et refereixes?

    ResponderEliminar
  2. Cap perill, la sensació de tenir-ho és més subjectiva que objectiva. Ser laic a una regió on la religió ha edevingut l'única la senyal d'identitat de les comunitats és incomprensible.

    ResponderEliminar